martes, 9 de octubre de 2007

Darlene se acarició las tetas, enseñándonoslas; sus ojos luminosos relucían con la plenitud del sueño, sus labios estaban húmedos y abiertos. Entonces se giró rápidamente y agitó su espléndido trasero delante nuestro. Los adornos saltaban y flasheaban entre destellos, enloquecían, centelleaban. Los focos temblaban intermitentes en el paroxismo, danzando como astros desorbitados. La banda tocaba una música frenética, desenfrenada. Darlene vibraba como una poseída. Se quitó la braguita enjoyada. Yo miré, todos miraron. Pudimos ver los pelos de su coño a través de la braga de malla color carne. La banda la estaba sacudiendo de verdad, sus nalgas parecían el corazón vivo del mundo.
Y a mí no se me pudo poner dura.

3 comentarios:

Agustín Marangoni dijo...

Algo así... sumale la imposibilidad de despejarse. Un abrazo!!

Carolina dijo...

Ese es un final a la Bukowski.


Saludos

Serj Alexander Iturbe dijo...

Es el final de Factótum, justamente...
Qué perspicacia de estilo!